Monterrey Plop!
Monterrey P-al norte era (es) un festival en toda regla, muchos miles de personas, doble escenario, prueba de sonido la noche anterior, muchas carpas haciendo de camerinos, catering y oficinas de producción, publico ajeno y publico cautivo, menos tiempo para tocar, armadura y desarmadura de equipos y escenario. Llegamos pues a Monterrey con Enrique para desplegar nuestro doble concierto mano-a-mano según estamos haciendo de costa a costa (y de punta a punta) de México .. pero resumiendo tiempos un poco según mandan los cánones de un festival de proporciones; quedamos en recortar el segmento individual a cuarenta minutos y restar un par de canciones a nuestro encuentro final, cuando cantamos a dúo. Los festivales tienen su historia, décadas atrás era complicado rejuntar distintos públicos, los partidarios del rock mas contundente -hormonados e intolerantes- estaban siempre listos para hacerle la vida imposible a cualquier grupo (o artista) que no fuera estrictamente “cuadrado” y eléctrico … Nada de fusión folklórica, ni híbridos de funk, ni pedos acústicos eran tolerados y un festival era una aventura complicada para la mayoría de aquellos que no se ajustaran a la normativa pesada o fuese capaz de sacar de la galera algún conejo salvador, como ser un solo de batería … Mas atrás en el tiempo, los festivales, habían sido reuniones de paz y amor.
El frustrante festival de Altamont que cerraron los Rolling Stones (en una pista de carreras a cien kilómetros de San Francisco) fue el funeral de los festivales celestiales.
Y todo el agua que paso debajo del puente hasta ahora, donde el respetable llega con espíritu “rave” y puede tolerar, incluso celebrar con ánimos, el desempeño de un disc jockey …
Algo impensable.
Asimismo conviven distintos “creyentes”, simpatizantes de un artista a quien esperan con impaciencia adolescente.
Como sea es mucho mas liviano que las escupidas y los botellazos de las huestes pesadas de los ochenta.
A teste panorama hay que sumarle mayores posibilidades de celebrar incidentes en el escenario. Como nuestra cuadrilla funciona como un reloj aguantamos bien las prisas. Resumimos en nueve canciones que nos dieron tiempo para cantar una estrofa de “Metanfeta” de Juan Cirerol, de saludar a la ceremonia del mate (“chupar, chupar y chupar”) y de agradecer a los artistas que grabaron “Mil Horas” mil veces, hasta convertirla en un clásico hibrido de la música popular-folk infaltable en las bodas y cumpleaños en toda la región norte de México. Apenas si ocupamos el escenario un minuto y medio mas del tiempo pautado “oficialmente” …
Estábamos saludando al generoso, y multitudinario, publico “regio” cuando arrancaron los acordes de Inner Circle en un escenario lateral … Bajo los sonidos del reggae de Miami nos fuimos satisfechos por haber dado lo mejor posible y tocar bien. Ciertamente, Monterrey nos recibió y nos despidió con algarabía y calor, cantaron las canciones y salimos fortalecidos de la experiencia.
El próximo festival es mañana. Según los vuelos, las demoras en los vuelos y sus consiguientes horarios, no llego a tiempo a probar sonido pero confío en la cuadrilla para cantar con agrado y buenas sensaciones en Jalisco.
Volviendo a Monterrey anoche, nos quedamos en nuestra carpa-camarín compartiendo el buen animo de todos y un sushi pensado para que ningún animal sufra … un interesante sushi sin pescado que comimos sin protestar mientras esperábamos el momento de subir con el Licenciado Enrique y coronar la noche con media docena de canciones que cantamos juntos con este gran artista del mundo.
El errante Enrique no solamente es un gran compañero y una persona culta y generosa que cultiva el buen sentido del humor, además pisa fuerte en el escenario, es un autentico campeón. No es sencillo cantar mano a mano con un cantante de la experiencia y el poderío de Enrique, dominador de todas las artes escénicas, sin embargo ofrecemos un cierre equilibrado, emotivo e incendiario que gusta mucho siempre. Los fundamentalistas dirán que mi canto no es perfectamente apropiado para las canciones emblemáticas de Enrique (yo no soy monedita de oro), pero cualquiera que haya escuchado mil discos sabe que en la variedad esta el gusto y que hay que abrirse de orejas o vivir una adolescencia demasiado prolongada y ni siquiera aconsejable para el consumo apropiado de músicas…
Cada noche la disfrutamos mas, aun si la agenda festivalera no nos permite desarrollar nuestros fragmentos acostumbrados; a mi cantar “poco” también me gusta … y rematar la faena sumándome al licenciado me encanta.
Quedan cuatro conciertos y ya tengo abstinencia de giras. Adiós regio Monterrey del chivo y la arrachera, de las botas de cuero, los buenos cintos y sombreros. Ya me conocen en las tiendas de estilo texano y nunca falta una fraternal comilona de carne asada. Fue nuestra cuarta en Monterrey y nos vamos esperando la próxima con deseo.
Próxima parada : Guadalajara