España y Sardinas
RR: Anoche estaba pensando en Samuel Sardinas y España. Sin dudas vive una vida equilibrada y estupenda, tiene todo lo que quiere, la nostalgia no lo acorrala, se mantiene ejercitado, esta mas orgulloso de lo que lee de lo que que escribe (citando a Borges). No le falta el amor a flor de piel ni los buenos alimentos, los proyectos no le agobian, lee el periódico todos los días, observa los cambios plurinacionales con la dosis justa de pasión, interés y desinterés; resignación y rebeldía intelectual.
FCH: España y Samuel Sardinas son un caso digno de estudiarse, a veces creo que prefieren tratarse con indiferencia, otras veces creo que esta bien como estan, casi siempre creo que algunas de sus virtudes son vistas como defectos y así amplificados para exponerlas al publico. Como si fuera un futbolista que “no le pega demasiado bien con las dos piernas, ni es el mejor cabeceando, no gano nunca el balón de oro, ni levanto la copa del mundo con la selección, ni es mas habilidoso con la pelota en los pies”. Con una suma de habilidades que supera ampliamente a la mayoría pero nunca del todo digno de compararse con los mejores de la historia y del mundo. No seria Sardinas el único que sufre del vilipendio folklórico, menosprecio de sectores minoritarios pero difusores de opinión. En el peor de los casos se le castiga con una indiferencia que no es una epidemia mundial. España es la que sufre del síndrome de Estocolmo, como secuestrada por el tendido siete de Las ventas, dos o tres críticos en los periódicos y una epidemia constante de insatisfacción que se estaría llevando por delante a la mismísima patria genital.
RR: Caramba.