Matadero
Ofenden las fotos de toros porque conocen mi afición y mi amistad con los toreros, si fuera solamente la foto, les resultaría indiferente, quizás incluso podrían reconocer la estética en el movimiento perpetuo de la fotografía. La diferencia entre la foto del embroque con una foto en un hospital -o en un matadero- es insoslayable, definitiva. El nacimiento y la muerte no definen nuestro paso por la vida, tampoco la del toro bravo. Morir en la plaza lo diferencia de las otras especies animales. Las que mueren en el frío tormento de un matadero, aquellas desgarradas por la dentellada de otro animal mas grande y con mas hambre, los insectos pulverizados por venenos, el propio hombre abrazado a una fe que se diluye en la proximidad de la muerte, el ateo que pide a dios por mas vida … Morir en un minuto, en apenas segundos, no es una mala forma de terminar; incluso los humanos acordaríamos con agrado un final como el de los toros; una vida sin apremios y morir peleando … dos minutos de agonía.
Supongo que conocen la frase de Jaques Cousteau, el divulgador de la vida en los océanos. La compartimos, es la sabiduría de alguien que dedico su vida a sublimar la existencia de la vida animal …”Sólo cuando el hombre haya superado a la muerte y lo imprevisible no exista, morirá la fiesta de los toros y se perderá en el reino de la utopia; y el dios mitológico encarnado en el toro de lidia derramará vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses”.