Despellejados

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RR: Caramba. Anoche estaba pensando en las cicatrices de la historia, en la sociedad golpeada y acomplejada, en los desviados, en los creyentes, en aquellos con serios problemas para relacionarse con los demás, en los que viajaban al caribe con instrucciones para no permanecer célibes, en los dramas materno filiales, en la fauna humana …
FCH: La jauría humana ….
RR: Nunca mejor dicho.
FCH: Están trastornados con la protección animal pero se olvidaron de hacer algo por la raza humana, incluso por ellos mismos. Especialmente por ellos mismos.
RR: ¿Qué derecho les arroba a interferir con intolerancia rabiosa en las libertades y costumbres de los demás?
FCH: Estamos hartos de explicarlo mil veces, de justificar aquello que no necesita mas argumentos que el deseo y la libertad. En lo que se justifica mil veces en su propia existencia.
RR: Quizás el quid de la cuestión sea justamente “el deseo y la libertad”, durante generaciones aplastados por la negación de la voluntad.
FCH: Si realmente les importa tanto la suerte de los animales, se están olvidando, y alevosamente, de la raza humana, las personas que habitamos la tierra. Nuestros derechos primordiales, la expresión humana, la libertad.
RR: No hay que explicar mas nada, la intolerancia esta blindada, aunque tiene grietas sigue siendo una pared alrededor de las personas, que les agobia y les enfurece.
FCH: Lo que le faltaba a la sociedad occidental, a nuestros mas cercanos pueblos, para recibirse de insensatez y miopía interior supina, eso es confabularse obsesivamente en una lucha por los derechos dislocados de algunas especies animales …
RR: Los derechos de algunas especies como forma de reprimir y rezongar … Mientras se permiten olvidar que mastican y tragan animales, en un culto hedonista a la cocina gastronómica.
FCH: Y despellejan a la libertad que les fue negada una y mil veces. Es una revancha encubierta por dejarse convertir en lo que son.
RR: Caramba.