Madrid!

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2 de julio:

Anoche hicimos pie en Madrid, en un curioso recinto redondo que recuerda a un circo o a una plaza de toros en miniatura: el Teatro Circo Price. En nuestra única presentación madrileña del año (en dos años) el sitio se presento lleno de un publico francamente entregado que no paró de aplaudir, cantar como en los estadios y entonar las canciones. Fue un público emocionante el de Madrid que se comportó eufórico y poniendo un marco de “triunfo grande” al recital de anoche y a la gira. Nosotros salimos templados, “íntimos” y muy tranquilos para ofrecer un arranque de concierto elegante y aterciopelado con La Libertad. Faltaba ofrecer a la capital lo que ya habíamos hecho por once veces en los interiores de España y el resultado fue un elaborado y magnifico triunfo por todo lo alto. En algún momento llegué a pensar que -con el respetable cantándolo todo de semejante manera- lo de cantar depurado y concentrado se podía complicar apenas, pero siempre volvíamos a una (alguna) estación en el repertorio que volvía a poner “las cosas en su sitio”. Hay pocas cosas mejores que un concierto que transcurre muy bien y con el publico entregado como anoche, cantando y aplaudiendo con ovaciones cada canción y durante las canciones; para los músicos hay pocas cosas mejores para transitar (y vivir), y nosotros lo sentimos como un espléndido éxito amplificado por las voces que cantaban con nosotros. El respetable quería desatarse fuerte en cada canción, y nosotros estábamos para ofrecer un repertorio bordado por las buenas artes de “los tres mosqueteros”. Creo que todos nos dimos los gustos. Las primeras reacciones monumentales de la audiencia cantora me resultaron una muy agradable distracción, y cada vez que la sonora alergia general me permitía cantar envuelto en silencio aprovechaba para hacerlo con el mayor detalle posible. Transcurrió buena parte del concierto entre los matices bien presentados por nosotros y una franca algarabía ofrecida por el publico de Madrid que con entusiasmo y sinceridad manifestó su agrado por estar escuchándonos y en este formato de “mosqueteros con cantante”. En un momento creí oportuno arrimarme al rincón de las percusiones de Martín para hilvanar nuestro segmento disparatado de “juegos de palabras con aparente gracia cordobesa” que llega a partir de la anécdota de Sir Paul y su propuesta de no vender el tradicional bocadillo de chorizo en el estadio Mario Alberto K de la mediterránea capital interior Argentina. Las humoradas cordobesas acompañaron nuestros conciertos mas alegres, entonces -supongo que- quise ofrecerle esta oportunidad al de Madrid: Instalarse entre los recitales menos solemnes pero mas alegres de la gira. No falto “la foto del bocata de cinta de lomo” “los sandwiches de carne vendidos en tiendas con apropiados nombres” y “el amigo que siempre pide”, ademas del “gimnasio donde enciende el fuego del ejercicio físico”. Después volvimos a concentrarnos para seguir con la normalidad de un concierto que siempre amenazaba con quebrarse -en positivo- a propósito de la alegría desatada de la formidable audiencia madrileña que se mostró altamente complacida en todo momento, tocando la euforia y arropando a los amigos y conocidos locales, a los músicos que vinieron a vernos, a la masa critica que va a pronunciarse con libertad de prensa en la prensa, y al pueblo mismo de El Foro, cosmopolita y madrileño, dejando ver alguna bandera argentina, muchas camisetas de rock, detalles de nostalgia a (por) Los Rodriguez y un equilibrio formidable que tampoco resultaba sencillo: arder cantando las canciones y ofrecer silencio para que el concierto pueda desarrollarse con normalidad pero inspiración. Y lo conseguimos. Me consta que muchos se fueron sintiendo que habían visto la mejor versión posible de un concierto propio, yo mismo me pregunto porque esperé tanto para ofrecer recitales de estas características y cualidades. Sonoros, elegantes, musicales, inspirados, con un repertorio bien balanceado, con sentimiento y triunfantes, como quedó sellado anoche en Madrid. Caramba. (…)