PIcasso vino con un joint y vimos futbol.

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PIcasso vino con un joint y vimos futbol.

Es muy interesante porque asi ocurrio. Despues del encuentro que nunca fue un desencuentro, vale un abrazo y presentarme en el burladero con una novedad, no vere el toro a traves de la lente de una camara, no estoy guardandome instantes para verlos detenidos en el nunca-tiempo de una fotografia; voy a mirar mas y a escuchar.
Si llueve y la cosa no va a mas, nos volvemos con el sabor agrio de lo que pudo ser, y llueve. Y que sean las siete de la tarde me somete a una melancolia … y todavia es temprano para eso. Entonces Picasso me toca la puerta, nos aposentamos frente a la tv viendo un futbol de España, y Pablo ofrece un joint … En Manila el high es suave y amable, y ya estoy saliendo de la tristeza de las siete de la tarde … Me cuenta arrancar a cenar en un grupo de gente, habituado a la burbuja de las habitaciones de hoteles. Pero tengo chispa, chispa de coca cola … sin aguardiente, ni ron añejo de doce años, ni nada de lo que asociamos inmediatamente frente a la palabra Manila. Hablar con normalidad, sin necesidad de deslumbrar es profundo en su levedad; en el terreno de Picasso, el es el centro del mundo, guardian de valores del duende que la gente ya percibe identificado con este inalcalzable. Que se muestre cansado, y ocuparme de clausurar la sobremesa, es un buen detalle. Respirar un poco y dejar las cosas donde estan, me pone de acuerdo conmigo. Otro Beatle me llama, y nos debemos unas risas. Es un Beatle, carajo … Con todo el estandarte.
Aprendo a ver el arte sin el deseo de sacarle fotos, se que pierdo mil imagenes, pero entiendo que vale la pena. Y tambien importante, la fotografia fue un episodio …
Y como estas cosas ocurren de ves en cuando, pero permanecen.
Dejo caer el detalle de Picasso tocandome la puerta con un joint y sin mas pretenciones que ver futbol. Aunque no sea asi realmente.