Uno
No va a ser posible resumir ni contarlo.
Lo ocurrido conmigo en estas ultimas semanas.
Desde aquella tarde de novilladas en La Maestranza.
Al seis del seis y Aguardentera, la numero trece.
Aquella tarde gris con el charro Arturo.
Aquella mañana fresca con Francisco y Emilio Caracafe,
poniendole el toque flamenco a los naturales de Rivera.
Y el Rocio, a la mañana siguiente, para llevarme un poco de aquello …
Y llegar para ver la Beneficencia con Cigala y con Alberto.
Y el trato exquisito, respetuoso y fraternal del mundo del arte y el toro.
Especialistas, ganaderos, bohemios, maestros y aficionados …
Antes la faena perfecta de San Isidro fue de Talavante con Cervato.
Despues el aperitivo con Alejandro en el Palace.
Y mis primeros pases con la muleta.
y despues unos terceros mas tenplados.
” … poco despues le pidio los trastos a Talavante para enfrentarse cara cara a una seria entrepelada. Verticalidad y toreo sobrio. Notables avances” (Lucas Perez).
Y aquella cena regada con Tequila a la luz de las velas.
Y la profunda mirada “de Rasputin” en los ojos negros de Corbacho,
que todo lo ven y todo lo dicen sin decir.
Ojos que habia visto tatuados en los antebrazos del Capitan Cangrejo.
Y una mañana recorriendo la estancia de Gerardo,
saludando a los novillos y a los sementales,
a los alcornoques y al cielo de Andalucia.
Y al tentadero en la finca suburbana de El Juli,
con publico, peñas y cartel soñado.
Y la promesa de amistad y mas toros.
Y el capote de Morante sutil y profundo
al mismo tiempo.
Y los fandangos “privados” de Diego.
Y las palmas de Jerez que son Del Bo.
Y el respeto y la humildad que te parten.
Contra todos los males del mundo.