Alta Suciedad

Discografía

Alta Suciedad

  • 1997 (Dro East West / Gasa - Warner Argentina)
  1. Alta suciedad

  2. Todo lo demás

  3. Donde manda marinero

  4. Loco

  5. Flaca

  6. Quién asó la manteca

  7. Media Verónica

  8. El tercio de los sueños

  9. Comida china

  10. Elvis está vivo

  11. Me arde

  12. Crímenes perfectos

  13. Nunca es igual

  14. El novio del olvido

  15. Catalina Bahia (bonus track)

Aviso para navegantes
Escribe Diego A. Manrique

“Alta suciedad” NO es, ciertamente, el primer disco en solitario de Andrés Calamaro. De hecho, él grabó cuatro potentes Lps bajo su nombre en Argentina durante los años ochenta.

“Alta suciedad” NO debe confundirse con los dos volúmenes de Grabaciones encontradas que AC publicó mientras funcionaban Los Rodríguez. Esos dos fascinantes discos tenían mucho de arqueológico, de autobiografía paralela construida con retazos bonaerenses y madrileños.

“Alta suciedad” SI es el primer disco en solitario de AC en los años noventa. Si quieres, incluso el estreno como solista del nuevo Calamaro, tomando en cuenta que ese residente en (el centro de) Madrid es un artista muy diferente del Andrés argentino.

¿todo claro? vamos con la píldora biográfica

ANDRES CALAMARO. Argentino de un 22 de Agosto. Por su edad tiene uso de razón cuando los militares toman el poder y sumergen al país en una orgía de horror. Datos que marcan y que pueden explicar su desconfianza ante las autoridades, su repulsiòn ante las realidades consensuadas, su rechazo de la violencia desnuda o soterrada.

Debuta profesionalmente con Raíces, banda de candombé (música que, convenientemente travestida, late en muchas creaciones posteriores de Calamaro). Se da a conocer popularmente al formar parte de Los Abuelos de la Nada, el grupo formado por Miguel Peralta, en su formación de la primera mitad de los años ochenta.

A continuación, discos en solitario : Hotel Calamaro (1984), Vida cruel (1985), Por mirarte (1988), Nadie sale vivo de aquí (1989).

Al mismo tiempo, mantiene una rutilante actividad como productor y/o músico invitado, dejando su huella en clásicos como Vasos vacíos (Fabulosos Cadillacs). En su estudio casero, El Hornero Amable, se cuecen sesiones únicas -los a–os pasan/ nos vamos poniendo tecnos, Pablo Milanés en versión de AC y el mítico Luca Prodan- y llamativos grupos paralelos, como la Ray Milland Band.

En 1990, agobiado por la desolación de una Argentina sometida a la hiperinflación, se marcha para España. Ya había estado como turista en 1984 y 1986, pero ahora viene armado de ilusiones y con la red de seguridad que le proporcionan esos admiradores argentinos instalados en Madrid: Daniel Melingo, Roberto Pettinato, Ariel Rot.

Con este último -y Julián Infante y Germán Vilella- forma Los Rodríguez, posiblemente el mejor grupo de rock and roll que circula por España durante los años noventa. Un grupo que graba cuatro discos maravillosos y que triunfa masivamente con su carta de despedida, Hasta luego, editada cuando los Rodríguez ya se han roto.

¡un inciso! ¿qué pasa con Los Rodríguez?
Usemos una metáfora simplona: si consideramos Los Rodríguez como un matrimonio, ha habido una separación pero no un divorcio. Una separación de hecho, no de derecho. Pero Andrés no olvida los buenos momentos: ‘los mejores conciertos que he dado han sido con Los Rodríguez’. Y sigue con atención el proceso de elaboración del nuevo disco de Ariel Rot (¡sorpresa en otoño!)

el dilema, ah, el dilema
En el bolsillo, Andrés tiene su contrato como solista. Y varias opciones. La primera, trabajar en solitario en su estudio madrileño, El Hornero Resurrecto. La segunda, convocar a sus (muchos) amigos, tanto en Argentina como en España. De hecho, AC aparece como artista invitado en tantos discos que el actor-cantante Nancho Novo se permitió una broma a su costa, cuando incluyó en su debut un aviso que decía: ‘en este disco NO toca Andrés Calamaro’.

Finalmente, apuesta por subir el listón. Jugárselo todo en una ciudad dura, con un intimidante conglomerado de supermúsicos. Esos tipos a los que ha oído desde siempre, brillando en discos de John Lennon, Aretha Franklin, Steely Dan, Tom Waits, Elvis Costello, Keith Richards …

Digamos que eso equivale a tirarse con los ojos tapados a una piscina llena de cocodrilos. AC no se expresa con total fluidez en inglés, y solo cuenta con la complicidad de Joe Blaney, el productor. Volamos hacia Nueva York …

Nueva York-Miami
Nada que temer. Los encantos, musicales y personales, de AC se ganan la confianza de esos encallecidos session-men. Son unas intensas semanas entre un estudio de New Jersey y otro de Manhattan. AC, Blaney, todos se superan. Se funciona al nivel más alto, metódica y entusiásticamente. AC descubre el placer de la autoexigencia, allí no se concibe la chapuza o el vale-vamos-a-dejarlo-como-está. Y el orgullo de comprobar que no iba descaminado: se utilizan algunas partes de las maquetas empaquetadas en su casa de Malasaña.

A continuación, descompresión en Miami donde se dan los últimos zurcidos. Ah, las voces: la ilustre Celeste Carballo, un cameo de Palito Ortega (ahora gobernador de una provincia argentina, un amigo) y Antonio Escohotado, que ya venía enlatado desde Madrid.

¿”alta suciedad”?
Bueno, hubo momentos en que se llamó El otro lado del novio del olvido. Luego, ya grabado, se jugueteó con Decidí contarlo. Y se volvió al título más directo, no confundir con Alta sociedad, por favor.

Como dice cierto amigo de AC, ‘no somos gente fina pero tampoco lo peor’.
Alta suciedad es un DISCO-CALAMARO. Un remolino donde entran funk y rock, zydeco y soul, rumba y tango, reggae y psicodelia pop, folclor y tex-mex. Tal vez, con un corazón más negro que en discos anteriores, por cortesía de los grooves y licks de los neoyorquinos.

Pero, por muchos y antitéticos ingredientes que entren en la batidora, lo que sale es Calamaro quimicamente puro.

Canciones de inmenso poder adhesivo. Fogonazos de lucidez que deslumbran entre el lujurioso masaje sonoro. Ese tipo de impactos que te hacen repetir y repetir un corte, otro corte, todo el CD.

‘ALTA SUCIEDAD’ pertenece a esa estirpe de discos con múltiples seducciones. Al principio,20 te quedas atrapado por las canciones majestuosas, Loco o Flaca. Luego, son los suspiros tipo El tercio de los sueños, Comida china o El novio del olvido. También ejercen su imperioso magnetismo las piezas ritmicamente densas, Me arde o Quién asó la manteca?. Incluso, Nunca es igual deja de oler a autoindulgencia -¿un reggae de ocho minutos¿?- y adquiere sentido su yuxtaposición de una fantasía pampera de AC con las reflexiones de Antonio Escohotado sobre el buen vivir y el respeto, prodigio de encaje de músicos yanquis y palabras Made In Madrid.

En ‘ALTA SUCIEDAD’, AC habla de amor sin obviedades. Trenza autobiografía con fantasía. Transmite su espíritu insurgente con sutileza. Explora estilos sin recurrir a la fotocopiadora. Destila esencias musicales y vitales en forma de golosinas engañosamente digeribles.

Acostumbrado a disfrutar de AC en el contexto de un grupo, uno llegó a pensar que necesitaba un contrapeso, otras personalidades fuertes que equilibraran su ubérrima brillantez. Con Alta suciedad, aparece el artista seguro de sus poderes, capaz de controlar sus asombrosos dones, preparado para comunicarse con un público masivo (¡e internacional!) sin compromisos.

Doble motivo para celebrar: un disco apasionante y la promesa de muchos más en ciernes. ¡ALELUYA!